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Ciencia ficción o la ficción de la ciencia.

 

Ignacio Cruz.

El doctor Antonelli colocó en diversas posiciones las películas que

Antes había examinado. Efectuó esta operación en silencio, sumido en sus propios

Pensamientos y con expresión enfurruñada. Luego dijo:

- Voy a analizarte. Por aquí no vamos a ninguna parte [1]

 

Imaginemos por un momento un mundo en donde desde el nacimiento la “naturaleza” determina todo lo que somos, incluso aquello a lo que podremos dedicarnos algún día,  un mundo de viajes intergalácticos en donde la necesidad de mano de obra especializada demanda formas más eficientes y rápidas de  lograr la especialización de las personas en una sola actividad, un mundo en donde el conocimiento sea susceptible de inscribirse  de forma directa en la personas como si se tratase de computadoras, en donde el pensamiento quede relegado a una condición de excepcionalidad que deba ser controlada, un mundo parecido al que nos plantea el cuento “Profesión” de Isaac Asimov en el primer tomo de sus cuentos completos, ciencia ficción o ficción hecha ciencia.

 

En los últimos tiempos por ciertas influencias y como resultado de ciertos debates, he incursionado – sin llegar a fondo – en el género de la ciencia ficción, si bien tengo entendido que este género parte de una cosmovisión particular, lo que no deja de sorprenderme es lo que de lo Real ahí se juega. Ya Freud y el mismo Lacan sostenían la importancia del arte, señalando que este nos enseña, que nos lleva la delantera y nos despeja el camino. [2] Si tomamos en cuenta que muchas de las grandes obras de este género literario fueron escritas a partir del siglo pasado, no deja de sorprender la vigencia que estas tienen hoy en día, y más aún la influencia que estas pueden tener en el desarrollo de una cierta posición subjetiva, llegando al impasse de ubicar exactamente dónde se ubica dicha influencia entre el arte y la ciencia, podría plantearlo de la siguiente forma, es la ciencia ficción o la ficción de la ciencia, la que crea realidades.

 

En la actualidad somos testigos y estamos inmersos en la “cultura de la evaluación”, día a día nos enfrentamos a ser evaluados, bajo el supuesto de obtener un respuesta clara al respecto de “nuestras capacidades”; el sistema educativo, la política social, el acceso al empleo y la ciencias médicas utilizan diversos instrumentos de evaluación con el fin de determinar el lugar exacto del sujeto, bajo la lógica del discurso científico que busca anticiparse a la certidumbre, el científico es por excelencia aquel que es capaz de prever, dejando al descubierto que anticiparse a lo contingente es lo característico del saber científico [3], en donde para lograr la prevención es necesario el establecimiento de leyes que sea capaces de definir la naturaleza.

 

Si bien esta cosmovisión cientificista parte de la idea de que hay saber en lo Real, saber que puede, pero sobretodo, debe ser dominado, de lo que el discurso analítico da cuenta es que lo Real borra la naturaleza y sus leyes, que lo Real suplanta a la naturaleza, como lo propone Miller en su seminario Piezas Sueltas, en tanto que lo Real al mismo tiempo se nos presentifica como aquello que es sin ley y sin voluntad, como aquello que no cesa de escribirse y también como aquello que no cesa de no escribirse, podemos decir, la repetición de lo contingente.

 

De tal forma que en la mayoría – no puedo generalizar – de las obras de este género literario, se desarrollan en el contexto de un régimen totalitario, el régimen del no todo, ese espacio en donde no hay lugar para la excepción. Detengámonos un momento en esto, cuando hablamos de totalitario se pensaría que de entrada hay una referencia ineludible a la universalidad –sin duda la hay - sin embargo para que exista una universalidad deberá existir un conjunto vacio que le de consistencia a dicha universalidad, es decir aquel elemento que se encuentra en el estado de excepción, que puede tomar el lugar de la exclusión, es decir que el elemento que queda fuera de la ley que define la pertenencia al conjunto, es al mismo tiempo el que define dicho conjunto, pues para que éxito lo “normal” deberá existir el parámetro de la “anormalidad”; mientras que el no todo es lo contrario, en tanto que no responde a la figura del conjunto, sino a la de la serie, una serie que se prosigue sin ley y en el que el interés recae en cada caso, es decir, los elementos particulares de la serie, algo que podría recordarnos –erróneamente, en tanto que ahí no hay singularidad sino particularidad- la orientación al caso por caso de la experiencia analítica.

 

Esto podría resultar confuso en primera instancia, pues entramos en la oposición del para todo x y el no para todo x que de inmediato nos remite a las formulas de la sexuación que Lacan desarrolla en el Seminario 20, oposición de la que Miller en Piezas Sueltas, propone una lectura diferente, una lectura que permita ver de otro modo lo concerniente a los regímenes del para todo y del no todo, demostrando su punto de impasse, poniendo de manifiesto que la ley sigue estando presente en el régimen del no todo, a saber, que a diferencia del régimen universal del para todo x, en el no todo, no hay espacio para las excepciones, lo que implicaría que si no hay excepciones, entonces… todos iguales, lo que en otros momentos se ha denominado como la feminización del mundo, estableciéndose así el régimen totalitario del no todo, en el que toda excepción es condenada, a diferencia del régimen del para todo en donde el estado de excepción necesario puede ocuparlo cada uno.

De ahí que en el régimen del no todo, en el régimen “sin ley” en el que aparentemente vivimos el acento esta puesto no solo en cada uno sino al mismo tiempo en el todos, teniendo como consecuencia que se intente legislar sobre lo real, como una forma de saber donde se sitúan todos y cada uno de los elementos de la serie, es decir donde se ubica el sujeto. De ahí que no sea fortuito que para cada aspecto de nuestra vida exista una ley que nos condicione, donde fumar, por donde circular, con quién establecer lazo, etc.

 

Pero este condicionamiento –vemos ya por donde vamos - no ha surgido de la nada, la importancia de los discursos psi en este régimen resulta de vital importancia, el psicólogo toma así un papel no solo de agente  normalizador sino que es también el encargado de determinar las condicionantes de todos y cada uno, en su lugar de experto, es decir aquel que posee el saber y puede utilizarlo para replicar y asegurar el funcionamiento del dispositivo, algo que recuerda la postura de Michel Foucault, cabe decir que esto no encierra un aire sospechosita o conspirador en tanto que lo que está en juego son las buenas intenciones, es decir, de asegurar el bienestar del sujeto, logrando así que sea el propio sujeto el que replique el sistema, apuesta de los modelos Cognitivos conductuales, en donde al sujeto se le aplican una serie de evaluaciones y análisis con el fin de encontrar la técnica adecuada que éste a su vez pueda replicar con el fin de evitar el malestar, de prevenir la contingencia.

 

Estas son las reglas de la naturaleza que señalábamos al principio, desafortunadamente esto falla, lo Real es inaprensible, se presentifica y ante ello el sujeto no cuenta con nada más que su  Sinthome, como posibilidad para hacerle frente a lo Real, como lo más singular que cada sujeto posee.

 

De esto da cuenta la ciencia ficción, Un mundo Feliz, el Fin de la Eternidad, 1984, Fahrenheit 411, son ejemplos claros de cómo a pesar del régimen totalitario del no todo, lo singular de los sujetos incide, hace tambalear al sistema, lo pone en aprietos, pues ante la buena intención y la promesa de la felicidad, el sujeto vive el malestar, y con ello puede hacer en primer lugar síntoma y de él un sinthome con el que pueda hacer frente a la insistencia de lo Real.

 

Creo que el cuento de la profesión con el que inicia esta reflexión puede ser un buen ejemplo de ello, pues es en el lugar de exclusión al que es empujado el personaje, es lo que le permite en determinado momento acceder a la creación, en este cuento de Asimov podemos ver claramente cómo funciona el régimen totalitario del no todo, en donde existe un procedimiento aplicable para todos - el día de la lectura, el día de educación - y para cada uno – la residencia de débiles mentales – ejemplos que hoy podemos atestiguar en nuestro día a día - en forma de instituciones y tratamientos – pero ante lo cual la elección aunque forzada, puede conducir al sujeto por diferentes caminos, en los cuales lo Real puede presentificarse, de ahí que la orientación hacia lo Real, en la enseñanza de Lacan hoy en día tenga una vigencia que no podemos pasar por alto.

 

Hasta la próxima.

 

 

Asimov, I, (2009): “Profesion”, en Cuentos Completos 1, Zeta, Barcelona, pp. 217-275.

Lacan, J. (1965): "Homenaje a Marguerite Duras, por el arrobamiento de Lol V. Stein", en Otros escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012, pp. 209-216.

Miller, J-A (2013): Piezas Sueltas, Paidós, Buenos Aires.

Lacan, J. (1972-1973): El seminario libro 20: Aun, Paidos, Buenos Aires, 2007, pp. 95.

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