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De psicoterapias y psicoanálisis.

J.A. Miller sostiene en su seminario el Lugar y el Lazo que vivimos en el era del derecho al goce, es decir se propaga por doquier que los sujetos –sujetos del inconsciente- tenemos un inalienable derecho a la particularidad, al bienestar y la salud. El discurso de los derechos humanos aunque pareciera buscar la igualdad en oposición al discurso capitalista, ponen el acento sobre la universalidad; por otro lado la ciencia hoy por hoy se mantiene en la lógica de lo cuantificable, llegando así a establecer también el semblante de la universalidad dejando de lado la singularidad de cada uno de los sujetos.

 

Singularidad y particularidad no deben confundirse, pues mientras que lo singular apunta al caso por caso - ética del dispositivo psicoanalítico – la particular coloca al sujeto como una pieza más del gran engranaje social, es decir una partícula más de un gran todo, en donde se apunta al bien común, lo que podemos llamar la estafa de la universalidad, pues por mucho que sostengamos que el Otro es mi semejante, la mirada no engaña, el Otro es Otro.

 

Partiendo de estas diferenciaciones, podemos entender que hoy por hoy se ofertan diferentes alternativas terapéuticas que buscan brindar alguna especie de solución y de alivió a los síntomas de los sujetos, partiendo de la idea de que el malestar producido por dichos síntomas es lo que hay que erradicar, retomando desde el discurso médico toda una serie de categorías y un enfoque de diagnostico que apuntan a perpetuar el sistema humanista de la universalidad y con él el derecho al goce.

Lacan sostiene que el psicoanálisis deshumaniza, lo cual quiere decir que se aleja del discurso de la universalidad, buscando en todo momento la singularidad de los sujetos, es decir atendiendo al caso por caso, por tal motivo durante su enseñanza sostiene que el psicoanálisis no cura nada.

 

Desde los primero trabajos psicoanalíticos llevados a cabo por Freud, este descubre la importancia de la palabra y el alivio que esta puede producir, de ahí que el método propuesto pro Freud haya sido nombrado por una de las pacientes sometidas a dicho método como  “talking cure” - la cura de la palabra. Esta brecha abierta por Freud y su método ha sido utilizada por diferentes discursos para crear el campo de la psicoterapias, esos métodos que parten de la idea de que haciendo hablar al sujeto se podrá obtener un alivio, pero la psicoterapia no es lo mismo que el dispositivo analítico, toda vez que la psicoterapia sigue estando del lado de la universalidad, existen aquellos modelos que sostienen le existencia de enfermedades, modelos categóricos, emplean técnicas aplicables a cada padecimiento para lograr restituir el bienestar sostenido por el discurso de la universalidad que plantear el binomio ciencia-capitalismo como derechos de los sujetos.

 

Sin embargo este discurso no puede sostenerse por sí mismo,  lo real en juego, aquello no cesa de escribirse se hace presente en cada sujeto de formas diferentes, demostrando la estafa de la universalidad del sujeto y su malestar en la cultura.

 

Si bien  durante el trascurso de un psicoanálisis existe un efecto terapéutico, el dispositivo apunta hacia la singularidad, partiendo de la idea de que el síntoma es parte de la singularidad del sujeto, de ahí que lo que se busca en el análisis es que el sujeto pueda “hacer algo con” dicho síntoma, se trata pues de una reconciliación entre goce y deseo, más allá de las demandas que el discurso de la universalidad pueda exigirle a los sujetos. Miller sostiene que en la era moderna los sujetos son infelices por ser felices, y es que ni lo particular ni lo universal pueden ayudar al sujeto a hacer con su síntoma, para ello es necesario un abordaje de lo singular, tal como lo plantea el dispositivo del psicoanálisis en oposición a lo dispuesto por las psicoterapias.

 

Ignacio Cruz

Psicoanalista.

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