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Para concluir... Ilusiones.

 

Ignacio Cruz.

El miércoles de mal estar, surge como una propuesta del grupo de atención psicoterapéutica (GAP) que  ha sido una experiencia singular, que a lo largo de todo este tiempo ha requerido de un esfuerzo de elaboración e investigación, que va desde la selección de los temas hasta el esfuerzo por transmitir un análisis desde las diferentes perspectivas que mis compañeros y yo tenemos desde nuestra práctica y nuestras distintas formaciones a los avatares de la llamada época hipermoderna.

 

Si bien este esfuerzo no se ha dada sin las dificultades que esta empresa plantea, lo cierto es que al menos para mí, ha resultado ser toda una experiencia, pues tener la oportunidad de tener un foro para poder exponer nuestras elaboraciones es sin duda una oportunidad invaluable.

 

Por ello en mi última participación de este año, no quisiera dejar pasar por alto la oportunidad de agradecer a todos aquellos que nos han acompañado en esta aventura, agradeciendo sus comentarios, su paciencia y el tener a bien compartir lo que exponemos en cada uno de los trabajos que hemos realizado.

 

Freud sostenía que las ilusiones son creencias que se fundan en la satisfacción de un deseo, ubicándolas desde la infancia como un recurso por medio de lo simbólico para bordear lo real que se nos presenta, a través de lo enigma del trauma. Podemos decir entonces que las ilusiones están del lado de lo simbólico, en tanto que brindan sentido permitiendo realizar una lectura de la realidad psíquica de los sujetos.

 

Las ilusiones están relacionadas pues con la compulsión a la repetición y con una renuncia pulsional - perdida de placer - que encuentran sentido en los determinantes del saber y la prohibición que cada cultura tiene para sus miembros. De ahí que la desilusión como antítesis de la ilusión, se pueda ubicar justamente en el encuentro con el Otro, Otro inconsistente,  pues la desilusión tiene como efecto la conmoción de los ideales teniendo como momento fecundo la relación con los semejantes, de ahí que la relación sexual no exista, como apunta Lacan, pues el lenguaje no es comunicación y ningún significante tiene el mismo significado para cada sujeto, en tanto que es su historia la que lo determina, teniendo como resultado el mal entendido al que se reduce el lenguaje.

 

Sin embargo en el Porvenir de una ilusión, Freud plantea que la cultura es aquello en lo cual la vida se ha elevado por encima de sus condiciones animales distinguiéndose precisamente de la vida animal propiamente, elevación que es posible por medio de la regulaciones que la cultura enmarca para sus miembros a través de la renuncia, la prohibición y la privación como efecto de ésta, para permitir la convivencia entre sus integrantes.

 

Quiero hablar de ilusiones porque es común que en estas fechas más que una apertura al deseo, exista una confusión con el plus de gozar de los objetos instantáneos, objetos ofrecidos por el discurso del consumo desmedido y el exceso. Los momentos de crisis son aquellos que detonan la angustia como afecto que no engaña, un real se presentifica, un real distinto para cada sujeto, de ahí que la angustia desde la orientación lacaniana sea un momento fecundo para construir algo distinto en relación con el goce,  y su articulación con el deseo, una apuesta que siempre está en juego, y que dependerá de cada sujeto y su participación de qué lado cae la moneda.

 

El deseo es diferente de la ilusión, en tanto que el deseo esta advertido de la imposibilidad, mientras que ilusión engaña al sujeto que anhela lo posible a pesar de su falla. De ahí que en estas fechas tanto de crisis y de ilusiones,  resulta pertinente establecer la diferencia entre la ilusión, la desilusión y el deseo.

 

Nos encontramos el próximo año.

 

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