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Todos Somos Politécnico

 

Grupo de Atención Psicoterapéutica: 

Psic. Verónica A. Ramírez
Psic. Ignacio Cruz Santiago
Psic. Hazel Quinto Ramírez

Psic. Abraham H. Gaytán 

 

 

Quienes conformamos Grupo de Atención Psicoterapéutica (GAP) no podemos dejar pasar la oportunidad de externar un análisis de lo que ha sucedido en los últimos días en el Instituto Politécnico Nacional, puesto que sería pasar por alto nuestra identidad como politécnicos egresados del Centro Interdisciplinario de Ciencias de la Salud Unidad Santo Tomas (CICS-UST), una de las escuelas de nivel superior de la que es reconocida como la segunda universidad más importante de este país, sin embargo, sería un desatino dejar pasar por alto que, aunque se le brinde este reconocimiento, existen posturas que sostienen que el Politécnico por su estructura, no es una universidad. Es un alegato que pudiese parecer ocioso pero que merece ser tomado en cuenta, sobre todo al analizar la estructura administrativa de nuestra institución.

 

Desde hace más de 13 años – posiblemente más – han existido rumores al respecto de modificaciones a los planes de estudio, modificaciones al reglamento interno y la privatización del instituto, rumores algunos, que al paso del tiempo se han convertido en realidad, como es el caso de la implementación de lo que en su momento se designó como: “el nuevo modelo educativo”.

 

Dicho proyecto fue introducido paulatinamente y no fue sino hasta hace aproximadamente cinco años que este proyecto se vio concretizado, teniendo como resultado que dicho modelo – el modelo por competencias – sea aplicado en escuelas tanto de nivel medio como superior. Si bien las opiniones al respecto eran encontradas, la aplicación tuvo como resultado que el índice de eficiencia terminal (ET) la cual se define como la relación entre número de alumnos que ingresan a un nivel educativo o carrera, y el número de los que se gradúan se incrementara de un 49% a un 61% del año 2000 al 2012, ubicando al IPN dentro del promedio de ET que se maneja a nivel internacional, dato que puede ayudarnos a comprender algunos de los antecedentes de la actual situación por la que atraviesa nuestro instituto.

 

Los intentos por modificar la ley orgánica del IPN,  tampoco son un tema inédito, si tomamos en cuenta que el reglamento actual fue aprobado en 1998, recordemos que en el año 2006 se llevó a cabo un intento por modificar la ley orgánica, intento que termino en la derogación de dicha propuesta bajo la administración de Dr. José Enrique Villa Rivera quien estuvo al frente del IPN desde el 2003 y hasta el 2009. Quienes hayan vivido este incidente, recordarán que en aquella época tuvieron lugar diferentes movilizaciones encabezadas principalmente por la ESIME y ESE, que tuvieron como resultado la derogación de dicho reglamento, el cual guarda ciertos paralelismos con la actual propuesta presentada por la administración de Yoloxochitl Bustamante, pues ya desde esa época se hablaba de las salidas alternas, y de la figura del técnico superior universitario.

 

El pasado nos vuelve a pasar

 

Estamos frente a lo que podríamos denominar como un deja-vu, pues en aquella ocasión se utilizó exactamente la misma estratagema por parte de las autoridades del Instituto, pues ante la falta de publicación del documento oficial, comenzaron circular varios rumores al respecto del contenido de dicho reglamento; un paralelismo más, pues llama la atención que ese mismo año, como en esta ocasión, fuera año de elecciones federales, que si bien en esta ocasión el año electoral propiamente es el 2015, estamos a meses del iniciar la carrera electoral para los comicios tanto federales como locales.

 

De todo se puede dudar… menos de la duda.

 

El movimiento actual, visto desde fuera, desde la perspectiva de aquellos que hemos salido de las aulas, puede observarse como una vorágine de interrogantes, donde el malentendido anuda los hechos con hilos de prisa y un peculiar sentido de identidad.

 

Uno de los grandes cuestionamientos es la actuación del Secretario de Gobernación Osorio Chong, un recibimiento afable e impecable del nuevo rostro del diálogo inédito de los movimientos sociales – que en México no son uno o dos al mes, por cierto – que finalmente logra enarbolar la nueva cara de un gobierno a quien todavía se le ven las raíces echadas hace décadas.  El beneficio a la imagen de quien ahora ya se olfatea como presidenciable, hace sospechar acerca de la espontaneidad del acto en sí mismo ¿Hubo planeación o solo se aprovecho la situación? La efervescencia social es caldo de cultivo del sospechosismo.

 

Para nosotros, quienes participamos en los dos paros anteriores del CICS-UST e incluso en la redacción del pliego de 2012, sabemos que realizar el pliego es escribir una carta a los reyes magos para ver qué de lo pedido es viable. Por tanto, es posible reconocer que el documento que fue entregado a Osorio Chong es sumamente ambiguo, entre sus líneas es posible leer: Más de lo mismo. La ambigüedad puede relacionarse con algo que algunos periodistas han señalado: No se esperaba el recibimiento gubernamental ¿De dónde proviene la ambigüedad?

 

A su vez, fue conocida la opinión del exdirector Villa Rivera, quien señalaba la importancia de buscar la autonomía, asunto sobre el cual el PRD desarrolla una iniciativa en la cámara de diputados para plantearla. Sin embargo, otra duda surge de este punto ¿Por qué el pliego petitorio no aborda la autonomía?

 

Para analizar este punto es necesario atravesar al estudiante politécnico como parte de una institución.

El Instituto y lo instituido

 

La psicología de las instituciones es clara al enunciar las categorías de instituyente e instituido. El primero remite a la metamorfosis, al cambio que se instala en la efervescencia social, pero que al lograrse y reglamentarse se constituirá – tarde o temprano – en algo instituido… y el Politécnico es un instituto, un sitio donde una característica fundamental es el encuadre, la cuadratura previsora que hace la diferencia con las universidades, donde el universo tiene cabida, donde la diversidad de pensamiento funda sus bases. En el Politécnico, Zacatenco es el templo de la regla, con semejanzas más cercanas a la monarquía ilustrada que a la democracia. Es decir, el cuestionable discurso inclusivo, con las consultas fallidas sobre los cambios a los reglamentos – esos planteamientos previos que entregaban en cuadernillo a los estudiantes para que los revisaran y enviaras comentarios – lo que hace es velar la verticalidad propia del Politécnico: La ley orgánica.  

 

Desde nuestra visión, el Politécnico ha sido y es paternalista: Un padre exigente de cierto comportamiento cuya desobediencia es castigada con la baja y el estar “fuera de reglamento”, con el dictamen como tabla correctora. Gran parte de las y los estudiantes politécnicos nos hemos insertado en su discurso desde el CECyT. Estando más o menos de acuerdo, hemos aceptado sus lineamientos, puesto que la permanencia en sus aulas lo asevera. Aceptando entonces a este padre, difícil es emanciparse de él. El planteamiento de la autonomía no provino desde dentro, sino fuera, donde la perspectiva ya es distinta y permite ver la crudeza de su ley.

 

Podemos tomar de cierto que el gobierno ya no educa, pero no por ello se deja de buscar su visto bueno y apoyo a pesar de estar advertidos de sus actos en la realidad. Al respecto, puede responderse “es que es su obligación”, sin embargo, lo que intentamos resaltar es cómo el estudiante se entrampa en su propio dicho.

 

La megamarcha de los estudiantes fue referida por los medios informativos como “impecable”, incluso como modelo de “lo que debería ser” una manifestación. Es una forma de poder expresar: “Mira padre, mira qué bien me porto ¿ahora sí puedes hacerme caso?”. Por supuesto que es respeto y el orden es la vía del diálogo, pero lo que queda de fondo es la notable dependencia establecida con el gobierno, que ejemplifica la desautorización impensable hacia el padre. En esto, la subordinación es evidente, ya que la dependencia es contraria a la autonomía como reflejo de la adscripción al discurso politécnico.

 

 ¿Qué significa ser politécnico? ¿Cómo nos reconocemos ante la institución? ¿Cuál es esa representación que se busca? El problema ontológico se contrapone al problema de la ética y su subjetividad.

La ontología politécnica: El problema del Ser.

Algunos de los carteles en la marcha decían: “Entré al IPN para ser ingeniero, no para ser técnico” ¿El título de técnico, licenciado o ingeniero nos hace más o menos politécnicos?  

 

La figura propuesta del técnico superior universitario tiene sus pros y contras. A aquellos que por diversas razones no pudiesen completar el total de créditos y título podían ser reconocidos laboralmente. Por su puesto esto abarata la mano de obra y posibles malévolos planes capitalistas pueden llegar a fundamentar las sospechas. No obstante, el temor a esta figura permite denotar el temor al futuro laboral del politécnico.

 

Encuestas recientes mostraban que personas con un título profesional se encuentran en menor posibilidad de encontrar un trabajo bien remunerado, con lo cual la pobreza y rezago educativo avanza instalándose en la normalidad estadística. Queda manifiesto que el miedo de no tener un futuro laboral certero puede provocar cerrarse a las diversas opciones de titulación, que sin un análisis profundo de costo-beneficio se ha caído en la rigidez del no rotundo. Es posible considerar, por tanto, que las negociaciones se hacen con base en el temor, pero que ese miedo está instalado en la fantasía. La línea puede leerse como “No me quites lo poco que tengo” pero “tampoco te pido más”.

 

Si tener un título no asegura un futuro laboral, se deja de lado el observar el futuro real: La escasez de empleo y el deterioro de la educación. Es posible que después del movimiento politécnico las cosas en estos rubros sigan igual, o al menos en condiciones muy similares.

 

Es esta la trampa en la que caemos como politécnicos. El movimiento se está caracterizando por su organización y paz, la falsa ilusión del título, no por su planteamiento de mejora; en el pliego petitorio no hay propuesta alguna que verdaderamente pueda ir por algo más que el título de ingeniero o licenciado ¿Soy politécnico porque un documento oficial lo legitima?

La obtención del estatus de licenciado o ingeniero está velando lo que – desde nuestra perspectiva – debiera ser fundamental: La autonomía del IPN permitiría desligarlo de los estatutos de la SEP.

Entre la autonomía y la heteronomía

Si no se plantease la autonomía y se siguiese solo el camino planteado por el pliego Emilio Chuayffet desde la SEP y el Gobierno Federal seguirían autorizando o no al instituto.

 

Otra duda que nos planteamos es ¿Cómo se pide la autonomía? ¿Con otra marcha?

 

El PRI presenta una evolución en su rostro: Osorio Chong como portavoz del diálogo, el mismo PRI que con el movimiento se deshace un poco de la atención mediática de la matanza de Tlataya, de los desaparecidos normalistas y la peste de la muerte pero ¿Esto implica que el estudiante haya evolucionado también? ¿Ha evolucionado en la capacidad de poder demandar algo? Aquí el problema es  lograr discernir cuál es la forma correcta de pedirle al gobierno. En esta nebulosa se anida una figura fundamental de la historia mexicana: El caudillo, este líder mesiánico que nos salvará de los atropellos ¿Quién debe encabezar la lucha y cuál es el perfil que se requiere? ¿Se requiere saber sobre historia, sociología, ingeniería, relaciones comerciales, negocios, psicología, salud, que tenga algún entrenamiento especial o cualquiera puede hacerlo por el hecho de que “todos somos Politécnico”?

 

Si “Todos somos Politécnico” eso implica que todos estamos sujetos a las carencias y ventajas de la institución, sin embargo, no hay que dejarnos entrampar por el discurso de la igualdad, todos tenemos formaciones específicas distintas, por tanto, las propuestas particulares de las necesidades de cada escuela deberían verse reflejadas en el pliego petitorio general entregado a Osorio Chong. Sin embargo, la velocidad con la que fue generada el movimiento nos da cuenta de los vistazos generales que se dieron y el poco detenimiento a la diferencia –mas no la igualdad – del ser politécnico. Por supuesto no es lo mismo – ni tendría que serlo – ser estudiante de Santo Tomás que ser de Milpa Alta, no es lo mismo estudiar Odontología o Químico, que cursar Ingeniería o Arquitectura, no es lo mismo realizar prácticas en instituciones o empresas con sus propios lineamientos que atender pacientes dentro de la propia escuela (como en el caso del CICS UST).

 

La autonomía puede fungir como vacuna para prevenir futuros disturbios, pero ¿se le idealiza acaso? Puede ser, por tanto, para no caer en más de lo mismo es necesaria una reestructuración.

 

Derogar el reglamento no cambia la estructura, puesto que lo orgánico, la raíz, permanece ¿Qué es lo pertinente entonces? Desde nuestra visión, es alcanzar la autonomía o bien, que se lleve a cabo sea este u otro procedimiento, algo que transforme al Instituto Politécnico Nacional desde dentro.  

 

La línea que puede llevarnos a ello sería ahondar en si en verdad la estructura funciona, y más importante ¿Se está dispuesto a sostener la misma estructura? ¿Se puede sostener el deseo de ir por algo más? ¿Cuál es el deseo del politécnico?

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